De chiquilín te miraba de afuera
como a esas cosas que nunca se alcanzan...
La ñata contra el vidrio,en un azul de frío,
que sólo fue después viviendo igual al mío...
Como una escuela de todas las cosas,
ya de muchacho me diste entre asombros:
el cigarrillo, la fe en mis sueños
y una esperanza de amor.
Cómo olvidarte en esta queja,
cafetín de Buenos Aires,
si sos lo único en la vida
que se pareció a mi vieja...
En tu mezcla milagrosa
de sabihondos y suicidas,
yo aprendí filosofía...
dados...
timba...
y la poesía cruel...
de no pensar más en mí.
Me diste en oro un puñado de amigos,
que son los mismos que alientan mis horas:
José, el de la quimera...
Marcial, que aún cree y espera...
y el flaco Abel que se nos fue pero aún me guía...
Sobre tus mesas que nunca preguntan
lloré una tarde el primer desengaño,
nací a las penas, bebí mis años
y me entregué sin luchar...
.
Mariano Mores-Erique Santos Discepolo
3 comentarios:
Memorable versión de nuestra histora.
Saludos .Alberto
Gracias Alberto.
Bienvenido!
Que bonita letra amigo Rodolfo. No conocia la cancion, besos, cuidate mucho amigo.
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